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La encefalopatía hepática (EH) es un trastorno del sistema nervioso provocado por una enfermedad hepática crónica. Cuando el hígado, órgano que limpia la sangre y ayuda a la digestión secretando bilis, no funciona correctamente, las toxinas se acumulan en la sangre, por lo que pueden viajar al cerebro y afectar la función cerebral.
Se trata de un síndrome constituido por signos neurológicos que están asociados a un pronóstico en pacientes con hepatopatías agudas (insuficiencia hepática aguda grave) y crónicas (cirrosis hepática).
Existen tres tipos de encefalopatía hepática:
Los principales síntomas de la encefalopatía hepática tienen que ver con el deterioro de la función cerebral, especialmente con la pérdida del estado de atención y la confusión. Algunos incluyen:
Por otro lado, y a medida que progresa la encefalopatía hepática, es difícil mantener las manos quietas cuando se estiran los brazos, lo que produce una afección conocida como asterixis, que hace referencia un movimiento de aleteo brusco de las manos. Los músculos también pueden presentar sacudidas, conocidas como mioclonías, de forma involuntaria o tras la exposición a un ruido repentino, luz, movimiento u otro estímulo.
Una enfermedad hepática es sinónimo de que el hígado tiene dificultades para filtrar las toxinas naturales del cuerpo, por lo que algunas toxinas (como el amoniaco) se acumulan en el sangre y pueden viajar al cerebro y afectar la función cerebral. Dentro de las causas por las que la encefalopatía hepática puede aparecer de forma repentina, se encuentran: bloqueo en la circulación sanguínea al hígado, intoxicación por medicamentos, estreñimiento, sangrado gastrointestinal, entre otras.
Por otro lado, es frecuente que personas que tengan un daño crónico del hígado sufran de HE. El resultado final del daño hepático crónico es la cirrosis y las causas comunes de daño hepático crónico son:
Estas son las causas que comúnmente se asocian a este síntoma, sin embargo, pueden variar de acuerdo al estado de salud general del paciente. Acude a tu médico de confianza para evaluar las causas, síntomas y el tratamiento.
Ante cualquier problema en el estado mental o en el funcionamiento del sistema nervioso, es importante consultar a un especialista, en especial si se trata de personas que ya tienen un daño hepático. No existe una prueba estándar para detectar encefalopatía hepática, pero los análisis de sangre sí pueden identificar problemas del funcionamiento del hígado u otras tales como infecciones y sangrado asociados con la enfermedad hepática.
El médico también puede ordenar otra serie de pruebas complementarias para descartar otras afecciones que causan síntomas similares, como accidentes cerebrovasculares y tumores cerebrales. Con base en el historial médico, los síntomas y los exámenes el especialista puede realizar el diagnóstico.
En cuanto al tratamiento, este varía de acuerdo con los síntomas y el estado general de salud del paciente. Si hay cambios graves en la función cerebral, puede ser necesaria una hospitalización, además de detener el sangrado gastrointestinal (cuando se presente) y de tratar las infecciones, los cambios en los niveles de sodio y potasio y la insuficiencia renal. Por lo general, el tratamiento también incluye medicamentos que contribuyen a disminuir el nivel de amoníaco y mejorar la función cerebral.
La mejor manera de prevenir la encefalopatía hepática es prestar atención al manejo y tratamiento adecuado de la enfermedad hepática, lo cual sugiere: evitar el consumo de alcohol, evitar los medicamentos que afectan el sistema nervioso o que tienen riesgo de generar daño hepático, llevar una alimentación saludable, realizar actividad física y la realización pruebas periódicas de función hepática .
Cleveland Clinic. (2020). Hepatic Encephalopathy.(Consulta aquí)
Puigserver, M. (junio 2000). Encefalopatía hepática. Vol. 35. Núm. 10. (pp. 469-473). Medicina Integral. Recuperado de: (Consulta aquí)
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