Nuestro estado mental se determina por diferentes emociones y sentimientos, y es aquí donde la ira cobra gran importancia, pues a través de ella el cuerpo experimenta grandes cambios comportamentales, fisiológicos y de pensamiento;lo que se vuelve relevante por las experiencias y sensaciones que genera.
Esta misma puede estar determinada por malestar, disgustos frente al ambiente y algunos contextos que no nos permiten reaccionar de manera adecuada. En relación a ello, la ira se define como una emoción primaria que se desencadena a causa de un disgusto y que genera una serie de acciones y comportamientos debido a la frustración que se desencadena por la no consecución de un objetivo, una meta o las proyecciones propuestas.
La ira está directamente relacionada al rencor, al malestar explosivo como una acción que mi cuerpo toma ante la vulnerabilidad. Es la respuesta inmediata ante la molestia que se genera e incómoda, lo que permite ser visualizado mediante el comportamiento y las respuestas fisiológicas por situaciones relacionadas a malestar, por disgusto o simplemente por no estar de acuerdo con lo que se cree o considera.
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¡Para tener en cuenta!
Al ser la ira una emoción, debe ser diferenciada de las personalidades hostiles comprendida como rivalidades con otras personas frecuentemente; así mismo debe de alejarse de la concepción de agresividad, pues esta se comprende desde el punto de enfrentamiento, mientras la ira se refiere a la respuesta, pero aún así puede convertir en un amenazante ya que puede desencadenar patrones agresivos.
Tres datos que debes saber sobre la ira
- Se desencadena por las manifestaciones emocionales, las cuales se pueden tornar como peligrosas si no se hacen de forma consciente. Ellas mismas se encargan de tener algunos problemas cuando se reacciona de manera impulsiva, esto por el grado de reacción ante la situación, lo que puede provocar enfrentamientos entre las personas.
- Se manifiesta en diferentes contextos y puede ser desencadenada por situaciones adversas como enfermedades, autoridad familiar, la consecución de una meta o los atropellos de sus derechos.
- En la ira se consideran tres componentes básicos: cognitivo, lo fisiológico y lo motor, que está relacionado con la alteración en las áreas del individuo. Te aclaro sus diferencias:
Respuesta cognitiva:
Inicia recreando y consolidando ideas irracionales, estas comprendidas como la concepción de lo que soy, de lo que los demás quieren de mí y de lo que me falta. Por ello todo se vuelve caótico y culpo a los demás de lo que sucede. Esto mismo hace que se atraviesen pensamientos agresivos que van en contra de la ley tales como: “quiero darle una golpiza” y esto a su vez desencadena actos violentos.
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Respuesta fisiológica:
Por otro lado, está la respuesta fisiológica, la cual hace referencia a la respuesta del cuerpo como sudoración, temblor, enrojecimiento de las mejillas o parte del cuerpo, taquicardia, y una respiración mucho más acelerada, síntomas que pueden desencadenar en enfermedades o causas orgánicas por somatizaciones. Esto repercute sobre la tensión arterial, puede generar problemas cardiovasculares y entre otras.
Respuestas motoras:
Aquí se encuentran las expresiones corporales, relacionadas a las facciones y a los rasgos en el rostro como “fruncir el ceño”. De igual manera, se pueden presentar otras señales como el empuñamiento de las manos, apretar la mandíbula, temblores y otras conductas impulsivas cuando no se tiene conciencia de ellas y no se han identificado.
¿Cómo aprender a controlarla?
Al comprender la ira y sus desencadenantes es importante dar herramientas o tips de manejo:
- Hazte responsable de tus emociones: esto concuerda con el ser consciente de lo que experimento. Es intentar abandonar un poco los factores que causan la ira, para hacerte responsable de la emoción. Eres tú quien tiene el control de la situación; por lo tanto hay que identificar las personas o las situaciones que generan este tipo de emoción, para crear estrategias de manejo a ese estado de vulnerabilidad y desagrado.
- Es importante aprender a manejar esas sensaciones mediante la respiración profunda, la cual puede darse en 4 tiempos (inhalar aire profundo durante 4 segundos, sostener en 3 segundos y botar el aire muy despacio durante 4 segundos. Inmediatamente se termine de inhalar, quedarse sin respirar durante 5 segundos). Esto permite tener control de los impulsos y genera una calma hasta reducir la tensión.
- Con respecto a los pensamientos y las ideas construidas, es bueno realizar estrategias desde las autoinstrucciones, estas comprendidas en las herramientas o estrategias que el individuo puede tener como manera de proyectarse.
¿Y qué pasa con los niños?
Los rasgos comportamentales de los niños se ven alterados cuando no logran canalizar sus emociones. Debido a esto pueden mostrar patrones de agresividad y provocan en el adulto desestabilidad en su salud mental, generando espacios de hostilidad, juzgamiento y continuos reproches; por eso es necesario la comunicación asertiva, y los estilos parentales que fortalecen la crianza.
En los niños las estrategias de manejo están direccionadas a la validación constante de las actitudes y comportamientos adecuados, el discurso y la crianza respetuosa favorece a el manejo emocional del niño o el adolescente. Comprender su ciclo de vida, sus experiencias y su motivación, fomenta con el niño la empatía, permítele crear estrategias de autocontrol y lo más importante es educar frente a las emociones y tolerancia a la frustración.
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Tómate el tiempo de controlar la ira antes de que sea demasiado tarde. Recuerda que en el blog de DoctorAkí pensamos en ti.
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Soy psicóloga, especialista en psicología clínica con énfasis en niños y adolescentes. Trabajo de forma integral con toda la población.
Tengo experiencia en atención integral en salud, consejería en pareja, patrones de comportamiento adultos, tratamiento de salud comportamental, entre otros.